¡Buenas noticias chicas! ¡El nuevo tunecino ha llegado! Se llama Hédi. Por el momento sólo es un personaje imaginario, encarnado por el héroe de Berlín, Majd Mastoura*, pero…
El cine, desde que existe, es un espejo de la sociedad. A veces distorsionando, a veces aumentando, a veces empequeñeciendo. Las obras geniales son las que llegan demasiado pronto, las malas son las que llegan demasiado tarde, las obras de arte son las que llegan en el momento adecuado. Nhebbek Hédi [Te amo, Hédi], la película de Mohamed Ben Attia, está entre la primera y la tercera categoría. El público tunecino del estreno al parecer no la apreció mucho, algunos se preguntaban si los premios obtenidos en la Berlinale se debieron a la presencia de turistas alemanes en la película. Además de su estupidez, este comentario permite poner el dedo donde la película hace mal.
Es que esta nueva perla del collar de la Nueva Ola del cine tunecino se permite una serie de audacias que tanto l@s espectadores y espectadoras medi@s no están acostumbrad@s.
Primera audacia: En la película nadie muere, ni asesinado, ni suicidado
Segunda audacia; No hay música, ni de rock, ni de Mizwad*. Nada. El silencio de los corderos.
Tercera audacia: Ningún personaje es caricatural.
Cuarta audacia: el escenario se concentra en un solo tema, el cual es tratado de manera coherente
Quinta audacia: no tiene ni final feliz ni fuegos artificiales trágicos, sino puntos suspensivos, permitiendo a los espectadores imaginar su propia Hédi 2.
Hédi, la Nueva Ola Tunecina
Pero ¿dónde esta película hace daño? Quizás el hecho que expone una realidad social conocida por todos, pero vivida en silencio, a saber que las mujeres de este país, quizás no todas, pero muchas les llevan una gran ventaja a los hombres. Encuentran vías estrechas de elusión a la opresión patriarcal y hacen su camino al andar. Los hombres, ellos siguen sujetos a este orden patriarcal, mantenido con una mano de hierro por sus mamás. Estas mismas mamás que posponen todas sus frustraciones sobre sus hijos predilectos. Resultado: los hombres jóvenes castrados por el amor asfixiante de sus madres son incapaces de volar del nido familiar, de tomar su libertad y escuchar sus verdaderos sentimientos. Actúan como autómatas programados, perfectamente previsibles y generalmente, aburridos a morir. Una situación de encierro que puede volver a estos señores muy violentos, lo que es comprensible.
Si Hédi fue premiada en Berlín, es quizá que los alemanes vieron lo que denominaban en la década de 1970 un softie (blandito) – un hombre joven, hetero, sensible, ni una pizca de macho, todas las calidades necesarias para gustarle a las mujeres hetero emancipadas. La ausencia de música permite darle todo su peso a las palabras intercambiadas y toda su atención a las imágenes, algunos de los planos – la playa vacía, por ejemplo – recuerdan irresistiblemente la Nueva Ola francesa de la década de 1960, especialmente el Godard del Menosprecio.
¿Cómo no amar a este muchacho que, al mismo tiempo cuestiona la falsedad del matrimonio arreglado y plantea preguntas acertadas a su prometida impuesta?, Encuentra la manera de declararle indirectamente su amor a la que ama hablando del 14 de enero*: « durante algún tiempo, tuvimos la impresión de que todo el mundo se quería».
La mayoría de los espectadores esperaban sin duda que Hédi tomara el avión con Rim para huir a Montpellier, y dar cumplimiento a la cultura dominante harraguera**, buscando una libertad ilusoria lejos de la mamá, de la familia y del medio de origen, para «rehacer su vida» como su hermano mayor. Pues no, no utiliza el visado Schengen que orna su pasaporte, no pretende aprovecharse de Rim, se queda aquí. « Aquí estoy, aquí me quedo». Su encuentro amoroso fue el disparador de su proceso de emancipación. Rim, la que le permitió cortar el cordón umbilical con su mamá, no tomará el lugar de ésta. Y esto nos alegra, porque podemos guardar Hédi para nosotros, y decirle con él: No hay salvación en la fuga, nuestra libertad, y por ende nuestra felicidad se conquistar aquí y ahora.
En vez de abrevarnos los habituales sueños estereotipados, Mohamed Ben Attia nos ofreció una magnífica oportunidad de entrar en otra dimensión del sueño, enfrentando nuestra realidad cara a cara. Esto pudo asustar a muchos espectadores cuyo imaginario fue encarcelado desde hace demasiado tiempo en un paisaje maktubiano* en cuyo horizonte se yergue la Torre Eiffel, con el lema: « ¡Sigue adelante, disfrútalo! »
NdlT
Majd Mastoura, el actor protagonista de la película, fue galardonado como mejor actor en la última Berlinale por su actuación
El mizwad (mezoued, mizwid) (en árabe: مزود; plural مزاود mazāwid, literalmente "saco") es un instrumento de viento, un tipo de gaita utilizado en Túnez para acompañar las danzas y la música sacra y a veces las reuniones sociales. Por extensión designa un género musical popular.
El 14 de enero de 2011, el dictador Ben Ali fue derrocado y huyó del país
La palabra harraga (ar: حراقة), es un término del árabe magrebí creado por los argelinos, que designa a « quienes queman». La harga es la acción de « quemar las fronteras» y los documentos de identidad.
Maktoub (está escrito, lo ha decidido el destino) es el título de una telenovela muy famosa en Túnez.
Original: Pourquoi on devrait toutes aimer Hédi
Traducido por Jupiter Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 24 de marzo de 2016
Artículos de Rim Ben Fraj publicados por La Pluma:
La vida de jóvenes homosexuales en Túnez: un infierno hecho de violencia sin tapujos e hipocresía
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